jueves, 5 de marzo de 2015

Leer sana el alma...




"en ese momento, Pablo abrió los ojos y me miró. "¿Estás bien?", susurré, aunque para entonces ya resultaba prácticamente imposible hablar con él y trabucaba todo y decía esmeraldas por decir médicos. Y, en ese minuto de serenidad perfecta, Pablo sonrió, una sonrisa hermosa, de ternura absoluta, la mayor ternura con la que jamás me habló, me dijo: "Mi perrita". 

Fragmento de "La ridícula idea de no volver a verte" de Rosa Montero.

Copié este pedazo, porque me llegó al alma... Pasé por lo mismo con mi tía, quien me sonrió como nadie lo ha hecho en esta vida y simplemente me dijo: "Patyta". Ahora después de 4 meses sin ella, comprendo que esa fue su despedida, su volver a la conciencia por unos segundos y darme el regalo de su última palabra...

No hay comentarios.: