miércoles, 26 de agosto de 2015

Soy la calaverita feliz...bueno, a veces.






Y de a poco estoy re-apareciendo... En el minuto que estoy escribiendo estoy recuperándome de una cirugía... Perdí mi útero gracias a un alien, entiéndase mioma que lo tenía todo invadido al pobrecito... Ahora soy una mujer de cuarenta y tantos con una histerectomía a mi haber...
Fue toda una experiencia el operarse ya que sabía que tenía problemas con la anestesia, pero esta vez fue todo un récord... No había quien me despertara y por lo que supe ahora, hasta se estaban asustando... No vi el túnel, ni vi a mis seres amados, pero volví menos triste de la operación. Puedo decir que me ayudó a soltar mi espíritu de tanta carga que lleva. Ahora estoy tomando las cosas más relajada, sin tanto apuro y dándome cuenta de la fragilidad de los estuches que nos contienen.  Al final somos como esas calaveritas mexicanas que tanto me gustan... puros huesos adornados de carnecitas (más o menos) y ropa.
Pero desde que desperté estoy haciendo mi mejor esfuerzo para ser una calaverita que disfrute los momentos felices de la vida, ya que desde noviembre sé que nunca más seré feliz como una lombriz, pero sí me comprometí a tener minutos de inolvidable felicidad.
Eso por ahora...

jueves, 5 de marzo de 2015

Leer sana el alma...




"en ese momento, Pablo abrió los ojos y me miró. "¿Estás bien?", susurré, aunque para entonces ya resultaba prácticamente imposible hablar con él y trabucaba todo y decía esmeraldas por decir médicos. Y, en ese minuto de serenidad perfecta, Pablo sonrió, una sonrisa hermosa, de ternura absoluta, la mayor ternura con la que jamás me habló, me dijo: "Mi perrita". 

Fragmento de "La ridícula idea de no volver a verte" de Rosa Montero.

Copié este pedazo, porque me llegó al alma... Pasé por lo mismo con mi tía, quien me sonrió como nadie lo ha hecho en esta vida y simplemente me dijo: "Patyta". Ahora después de 4 meses sin ella, comprendo que esa fue su despedida, su volver a la conciencia por unos segundos y darme el regalo de su última palabra...

domingo, 1 de marzo de 2015

Marzo 2015




Hace tanto que no escribo... He pasado por tantas situaciones y sensaciones que no podía escribir...Tenía la pena atrapada en las manos, en los dedos, en las venas... Aún siento mucha tristeza, muchas lágrimas se me arrancan y caen solas. Soy como una represa que se llena de líquido, se rebalsa y llora..

Extraño mucho a mi tía. Estoy de vacaciones, de hecho hoy es mi primer día libre, después de un arduo año laboral. Hoy sentí esos deseos incontrolables de llamarla y decirle: "Tía, estoy de vacaciones, vamos a tomarnos un café al centro? Y lo que más duele es ese hábito por inercia de levantar el fono, llamar y que te responda una grabación..."Este número no está registrado"... Después de años que una máquina te responda y te lance a la realidad, duele y mucho.

También estuve de cumpleaños... Creí que iba a ser una celebración triste, pero me equivoqué...Mis adoradas jefas me dejaron un desayuno listo, recibí muchos saludos y muchos mensajes a mi facebook que me hicieron llorar y que me hicieron decir..."Estoy haciendo bien las cosas". Di la bienvenida a 47 años... casi medio siglo en este mundo con serenidad, una sonrisa, más madurez, más calma y también, más expresiva. Con todo lo que me ha pasado, ahora expreso todo tipo de sentimientos. Digo "Te quiero" más a menudo, abrazo, hago cariño y demuestro cosas. No sea, que se me acabe la cuerda y no alcance a decirle a mis seres importantes cuánto gravitan en mi vida y cuánto me importan.

El amor es otro tema ya olvidado, a veces me dan ganas de tener una pareja, de sentir esa especialidad de ser de alguien y viceversa, pero la verdad después de mi último fracaso creo que quedé con una maldición y nada me resulta... jajaja. Bueno, al carajo, algunos seres nacimos para estar solos y si ese es mi caso... que así sea.

Sobra decir que trataré de seguir escribiendo, ya que me hace bien botar tanta mugre que se me junta a veces. Escribir me calma, me ordena las ideas y aunque quizás nadie me lea, me hace bien esta conversación imaginaria que mantengo con la tecnología. Hasta a veces me dan ganas de escribir una novela basada en estas crónicas... y también me pregunto: ¿Cuándo muera, alguien me leerá? ¿Seguiré existiendo en el ciberespacio? o mi vida será sin trascendencia?