Simplemente estoy feliz, no sé cuánto durará ni qué pasará a futuro...lo único que importa y tengo claro es que Fran está cerca, todos los días hablamos, nos acompañamos, recordamos cosas y nos reímos de tanta historia en común que tenemos...
Ya no está esa necesidad que me ahogaba y que me nublaba la razón, ahora hay un cariño mesurado, maduro, tranquilo. Algo que nos hace sentir bien a las dos y más si la estoy acompañando en su duelo por el término de una relación tan larga como el tiempo que nosotras nos conocemos. Sé que está herida, humillada, sé que trata de llevarlo lo mejor posible, sé que no llora en público, pero también sé o más bien siento el vacío que la acompaña ahora, su desilusión, sus ganas de mandar todo a la mierda...
Ahora, al fin entiendo todos mis pesares, todos mis estruendosos fracasos anteriores, el tener esta capacidad de contener a los demás, mi fuerza interior y mis brazos fuertes... Son para ella, para contenerla, para decirle que todo pasará, que debe tomarse todo el tiempo que necesita y lo más importante que yo estaré a su lado como siempre... porque esto no es un proyecto de relación, pero es esa mezcla indefinida y deliciosa de amistad y amor.
Pronto la veré, la tendré frente a mis ojos y sé que una parte mía recordará tantas citas imposibles que en ese minuto se harán realidad en una tarde de café, conversa, cigarros y cariños. Porque sé que aunque ninguna de las dos lo dice, lo que queremos es abrazarnos, mirarnos en silencio y sonreír por tantos años de imposibilidad...