viernes, 6 de enero de 2012

Santiago, la ciudad agridulce...



Venía manejando y como suele suceder mientras hago eso, me ilumino y muchas ideas rondan mi pequeña y desordenada cabeza...y de la nada pensé...¿cuál es mi primer recuerdo de Santiago? Y la respuesta fue los Confites Serrano, asocio esa marca y esos dulces de colores y sabores tan especiales, recuerdo las cajas de cartón azules, amarillas en las que venían y después recordé que alguna vez tuve una abuela...estricta y que me daba sus buenos bastonazos ya que siempre fui una cosa pequeña y traviesa...además, me llevaban a un departamento en la calle La Tranquera (quizás aún exista) y yo un ser libre acostumbrado a corretear y sentir la brisa de libertad de mis calles porteñas sentía a Santiago como un infierno de vestidos, estar peinada, ordenada, en silencio... creo que de ahí ya comenzaron mis sentimientos ambivalentes hacia la capital de Chile.



Después dejé de ir, falleció toda la rama paterna y mi tía María se perdió en los laberintos de su mente, al final, descansó una fría tarde de invierno pensando en dónde había dejado las cartas para jugar canasta... fue una buena mujer, que trató de acercarse siempre y de verdad deseo que esté en los Cielos jugando cartas junto a su amado hermano, mi papi.



Y de ahí...bueno Santiago como ya es sabido se ha convertido en el sabor secreto de algunas de mis aventurillas, algunas calles me traen recuerdos no muy santos, de besos en las madrugadas de esa ciudad que de noche adquiere una vida propia con sus códigos y señales de cuidado. También recuerdo algunos raptos en varias comunas de la ciudad, si ahora me preguntan no tendría idea de cómo llegar ni de cómo llegué a varias casas, departamentos y alguna loca vez a una parcela en la cual pasé el susto mayor de mi vida..jaja, pero eso es comentario para otra ocasión...



Ahora Santiago se asoma como esa ciudad para descubrir, para recorrer, para respetar y querer...no niego que hace un rato lo estoy pasando bien allá, que me trae paz, que me dan ganas de salir a caminar a pesar del calor que como buena porteña me sofoca, pero creo que los atardeceres en Santiago son especiales, que mirar cómo la ciudad se va adormeciendo y cómo empiezan a despertar las luces y las criaturas de la noche es algo único...



Entonces... bienvenido Santiago a mi vida, ya no tienes tantos recuerdos amargos para mí, ya no eres ese Santiago bajo la lluvia esperando a aquel cariño malo que tantas veces me dejó sola bajo la llama de la "esperanza"...jajaja. Como siempre tanta ironía en mi vida...

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